Desde siempre, dimos por hecho que una persona que no llegó a nacer, aborto natural o inducido, no ocupa lugar alguno dentro del clan familiar y ni siquiera nos cuestionamos su pertenencia al sistema, o no. Solo a veces y si nos cuentan, o vivimos la perdida, podemos recordar y manifestar la inclusión de aquel hermano/a mayor o menor, que se murió siendo pequeño o no nació y que hubiera sido nuestro hermano/a mayor o menor. Este reconocimiento es muy raro que ocurra y tiene que ser intencional y a consciencia.
Como en los clanes familiares todo tiene un orden y un sentido, quien llegó primero prevalece, sobre el que llegó a posteriori.
Este Orden se busca restablecer y se restablece, en una Constelación Familiar, dando a cada uno de los miembros del clan familiar, su correspondiente y legítimo lugar de nacimiento, reconociendo el orden natural que el nacimiento le otorgó y para el cual está preparado/a de antemano.
Y no es poca cosa…! Ya Alfred Adler (1870-1937) médico, psicoterapeuta y colaborador de Freud, propuso una teoría basada en el orden del nacimiento, como método para conjeturar o pronosticar con antelación, la conducta y personalidad del adulto.
No es lo mismo ser el primogénito, que ser el segundo, el del medio o el último. Está ya visto, que la posición en nuestro orden de nacimiento, es determinante en la construcción de nuestra personalidad, junto con muchos otros factores a nuestro alrededor.