“Ordenes del Amor”, es el nombre que Bert Hellinger le dio, a las jerarquías naturales que rigen en los sistemas y que surgen, simplemente, del orden cronológico de llegada a la familia. El que nació primero esta primero, el que nació segundo, segundo y sucesivamente.
Según estos Órdenes, nadie es excluido ni debe ser excluido, aunque ya haya fallecido, aunque se haya ido de la casa, aunque esté preso, aunque sea un enfermo mental, aunque fuera no nacido por un aborto natural o provocado y del que ni el sexo conocimos.
Todos estos y muchos otros mas, pertenecen por igual al sistema y deben ser considerados en el orden que llegaron a la familia.
Dentro de estos ordenes, debemos incluir aquellas personas o grupos, de quienes obtuvimos beneficios extraordinarios. Como también, aquellas a través de las cuales, algo muy doloroso o pérdida ocurrió.
Un amor muy importante, de cualquiera de nuestros padres, las parejas anteriores de estos, por difíciles que hayan sido y por supuesto los hijos de estas parejas. Todas estas personas también forman parte y nunca dejan de pertenecer.
Los abuelos, bisabuelos, tatarabuelos y más… también forman parte, lo mismo que sus historias…
La falta de un integrante, excluido por cuestionamientos, vergüenza, dolor, fallecimiento, no querido, no reconocido, u otro motivo cualquiera sea este, trae aparejado desorden en el sistema.
La vacante no puede estar acéfala, así que algún otro integrante va a cubrir ese espacio, sin conciencia y con pésimos resultados.
Cada uno de nosotros, nacemos con un orden dentro del sistema y dentro de un grupo de hermanos. El lugar nuestro, es el que podemos y debemos ocupar. Ya que venimos preparados para ese único y perfecto lugar.
Ocupar nuestro lugar, el que es nuestro por nacimiento, nos da fuerza, nos mantiene equilibrados, fluimos con nuestra vida en concordancia con el entorno. Nos permite salir de nuestra familia de origen y formar nuestra propia familia con naturalidad, sin problemas.
Cuando quiero ser más grande de lo que soy, o mas chico. Cuando soy el padre para mi papa o hija para mi esposo. Cuando me impongo ante mis hermanos mayores, como si yo fuera el mayor. Cuando como hermana mayor, ocupo inconcientemente el lugar de mi madre o padre. Estoy en un desequilibrio que me resulta pesado y me lleva a una total infelicidad.
Encontrar nuestro propio camino, nuestra ocupación, sentirnos satisfechos y Felices…
Si estos Órdenes son respetados y nadie es excluido, queriendo o sin querer, olvidado, no reconocido u ocultado, el Amor fluye en la familia de uno a otro, de generación en generación.
Lamentablemente por nosotros y antes de nosotros, por otros integrantes del sistema, estos órdenes fueron y son alterados, sin conocimiento de las consecuencias que traería y trae.
Alterar estos ordenes, como por ejemplo ocupar el lugar de otro, ya sea de un hermano mayor o menor, de padre para mi padre, de hijo para mi hijo, de casi esposo para mi madre viuda, de padre para mis hermanos y cuanta sustitución se nos ocurra, además de todas las que no se nos ocurren. Trae problemas, serios problemas, tanto para mí como para el resto del sistema. Insatisfacción, incomodidad, debilitamiento, puede llevar a enfermedades, tristeza, soledad, pánico. Sensación de no saber donde ir, donde estar, cual es mi lugar, etc. etc.
Solo cuando ocupo mi lugar, dentro del sistema familiar del que vengo. Puedo encontrar y ocupar mi lugar en un trabajo, en la escuela o Facultad, o en mi vida…
Las Constelaciones Familiares, nos permiten detectar estos desordenes y simultáneamente, restablecer el orden del sistema, en ese punto.
Norma García “Zogi”